Blog dedicado al western europeo. Cada semana una película.

Bienvenidos, gringos.

jueves, 26 de septiembre de 2013

UNA PISTOLA PARA RINGO



Una pistola per Ringo / A pistol for Ringo (España-Italia) - 1965

Director: Duccio Tessari

Intérpretes: Giuliano Gemma, Fernando Sancho, Nieves Navarro, Lorella De Luca, George Martin.

Si Por un puñado de dólares supuso un éxito sin precedentes y un pistoletazo de salida, Una pistola para Ringo sería el segundo bombazo del western mediterráneo, cosechando éxito allá donde se estrenaba. Evidentemente, al ser un título de los titubeantes inicios del género tenía las dificultades propias de pertenecer a los "pioneros" y habida cuenta de la influencia de la película de Leone, parece que la propuesta del director Duccio Tessari no tuvo tanto calado; aún así y no obstante, esta película les permitió tanto a Tessari como al protagonista Giuliano Gemma hacer carrera en el spaghetti, dejando un buen número de películas y asociando sus nombres al propio género.

Es cierto que en una bastante injusta y casi imposible comparación con la ya mencionada Por un puñado de dólares (por su acogida entre el público), Una pistola para Ringo sale perdiendo al no ser una película tan redonda y que incluso es fácil verle las costuras, pero sin duda es una obra dignísima, muy original y divertida, cuyos puntos fuertes se encuentran en las geniales interpretaciones del recién iniciado en el género Giuliano Gemma (previamente estrella del peplum y aquí bajo el seudónimo de Montgomery Wood) y el ya veterano Fernando Sancho.

La historia nos presenta a un joven, apuesto, bebedor compulsivo de leche, aficionado a jugar con niños y pistolero sin igual llamado Ringo (Ringo Nosequé, según el sheriff), el cual tras ser encarcelado por un ajuste de cuentas, es liberado para infiltrarse en la banda de Sancho, interpretado por el propio Fernando Sancho en uno de sus papeles más oscuros, atrincherada en el rancho del mayor Clyde junto con un puñado de rehenes y aprovechando bien tan ventajosa situación. La misión de Ringo, como no podía ser de otra forma, será la de liberar a los rehenes y entregar a la banda de Sancho y así veremos como entre iniciales suspicacias, Ringo se va haciendo un nombre entre las filas de Sancho, interactuando no solo con este, sino con el resto de maleantes y, especialmente, con la aguerrida hija de Clyde, personaje que a su vez, no dejando ninguna puntada sin hilo, mantiene un constante tira y afloja con la chica de Sancho, una guapísima como siempre Nieves Navarro.

Francamente, la película crece durante la primera mitad, con situaciones que van desde el humor, a veces en su vertiente más slapstick, hasta momentos de sadismo bastante duros, pues Sancho y los suyos son de gatillo fácil y aquí los disparos matan. Estos contrastes entre el propio Ringo, con su imagen y comportamiento casi infantil, y su violento entorno, siempre bajo la opresiva sombra de Sancho, hacen la película interesante y entretenida pero quizás se va diluyendo a partir de la mitad y ganando algo más de fuerza al final. Habida cuenta de que esta también fue la primera incursión en el western para Tessari, su laor es encomiable, sabiendo alternar esos momentos de brutalidad con otros de ligereza y otorgándole a la película un buen ritmo en general. La banda sonora corre a cargo de Morricone aunque, si bien no es una de sus partituras más memorables ni tampoco tiene ocasión de lucirse, siempre es agradable.

Como ocurriría en tantos otros casos, Ringo contaría con un gran número de secuelas de las que solo una tienen a Tessari y Gemma (aunque con notables cambios respecto a esta primera entrega) y el resto bastante apócrifas. No está mal para una de tantas "inocentes" perversiones del western yanki (Ringo era el nombre de John Wayne en La diligencia) que, asimilado y europeizado, nos dio películas como esta.

jueves, 29 de agosto de 2013

EL HALCÓN Y LA PRESA



The Big Gundown / La Resa dei Conti (1967)

Director: Sergio Sollima

Intérpretes: Lee Van Cleef, Tomás Milián, Walter Barnes, Nieves Navarro, Fernando Sancho


Sergio Sollima, como tantos otros directores paisanos de su generación, ya se había curtido a base de peplums y otro tipo de productos, pero no se si alguien habría imaginado que su debut en los spaghettis iba a dar como resultado una de las mejores películas del género, afirmación compartida por la gran mayoría de aficionados e incluso de la crítica y que yo también suscribo. Una verdadera maravilla en todos sus sentidos.

Lee Van Cleef, enorme como en todas sus grandes películas y en su papel de Lee Van Cleef "bueno", seguro que jamás se ha enfrentado a un antagonista como Cuchillo, un picaresco y astuto mexicano magníficamente interpretado por el cubano Tomás Milián al que se le acusa de un atroz crimen y que burla de mil y una maneras al ex-cazarrecompensas reciclado en político (a desgana) al que da vida Van Cleef. Una caza humana que además de revelarnos, como ya nos esperamos, de que nada es lo que parece, nos conduce a través de toda una suerte de personajes a cada cual más pintoresco, ya sea una comunidad de mormones, la hacienda de una rica viuda un tanto ninfómana (guapísima Nieves Navarro) e incluso un estrambótico y un tanto caricaturesco oficial alemán, con monóculo y capa, que arde en deseos de batirse en duelo con un yanki. Y nosotros de verlo.

Un punto importante este, pues las actuaciones están francamente muy, muy logradas, tanto por la sobresaliente dupla protagonista de Lee Van Cleef y Tomás Milián como por la multitud de secundarios, con rostros conocidos del género como Fernando Sancho e incluso extras míticos de nuestro país como Frank Braña y Antonio Molino Rojo. Pero lo mejor de todo es el buen ritmo con el que Sollima trabaja con el excelente guión de Sergio Donati, enganchando al espectador mientras es capaz de ofrecer momentos ligeros, casi tirando a cómicos, con otros momentos que me resultan bastante perturbadores, como es el propio crimen por el que se acusa a Cuchillo y el momento en el que se revela la verdad. Coronando esto, una banda sonora de Morricone que si bien no está tan presente como en otras películas, se alza totalmente cuando llega su momento, en una serie de duelos en su tramo final cuya épica viene acompañada por la genial partitura de Ennio.

Sollima encontró con El Halcón y La Presa y, más concretamente, con el personaje de Cuchillo, una manera de hacer películas que le funcionaría estupendamente, así lo corroboran las posteriores apariciones de Tomás Milián e incluso una secuela (Corre, Cuchillo, corre) que también funcionó bastante bien. Una joya.


lunes, 19 de agosto de 2013

EL DÍA DE LA IRA



Day of Anger / I Giorni dell'ira (1967)

Director: Tonino Valerii

Intérpretes: Giuliano Gemma, Lee Van Cleef, Pepe Calvo, Walter Rilla


Tonino Valerii empezó su carrera como ayudante de Leone en el rodaje de Por un Puñado de Dólares antes de dar el salto a dirigir él mismo sus propias películas dentro del género, algunas con más acierto que otras. Dentro de su producción destaca especialmente este título de hoy, pues me atrevo a calificarla como su mejor película y un grandísimo spaghetti con muchos y buenos elementos de interés que incluyen un guión, dirección y actuaciones de bastante nivel.

El día de la Ira es la historia de un joven llamado Scott ("Scott Mary", como será llamado más adelante), el apocado, simplón y tímido hijo de una prostituta del poblado de Clifton, donde es el objeto de bromas e iras de los "respetables" habitantes, suerte que cambiará a medida que conoce al misterioso y taimado Talby, quien se convertirá en su maestro, algo peculiar, en el uso del revolver y unas cuantas cosas más. Si el recurrente tema de la relación maestro-discípulo ya es un viejo conocido en estas lides, Valerii introduce otro tema tan interesante como el de encontrar hasta dónde se pueden forzar los límites de un hombre hasta convertirlo en alguien peligroso, algo parecido a lo que nos mostraría Sam Peckimpah años más tarde en la sensacional Perros de Paja. Estos dos temas irán hilvanados a lo largo de esta película sobresalientemente permitiéndonos presenciar al mismo tiempo el período de aprendizaje de Scott y su propia liberación; para el recuerdo, este diálogo entre Talby y el médico de Clifton:

-...antes no era así, tiene los ojos de un lobo rabioso.
- Él siempre ha sido un lobo desde que nació. Ustedes lo han vuelto rabioso.

Cómo no, para darle solidez a esta película hace falta una buena pareja protagonista, y vaya si la tenemos. Giuliano Gemma, el Ringo de antaño (Una Pistola para Ringo, etc.), es el desgraciado Scott Mary, quien no abandona algunos de sus rasgos y expresiones bovinas de su anterior personaje pero que sabe interpretar a su personaje a la perfección  resultando convincente tanto de miserable y "ceniciento" barrendero como de temible y vengativo pistolero. Quizás las pocas pretensiones de la película o, mejor dicho, su falta de pretenciosidad, ayudan a que destaque la interpretación de Gemma. Aún así, una vez más quien atrae los focos es el gran Lee Van Cleef haciendo otro de sus papeles clásicos, quizás con más matices gracias a su guión, pero que sencillamente lo borda y engrandece el revelador y épico final de la película.

El resto de actuaciones no está mal, con algún que otro rostro conocido y cumpliendo, pero quedan eclipsados dúo protagonista a lo largo de una historia que sabe como desenvolverse salvo quizás en esa bajada de ritmo de la que adolece en su parte previa al acto final y que quizás sea el único punto negativo de la película, que además cuenta con una épica partitura de Riz Ortolani que posiblemente sea de las que más me gusta de este compositor.

Como hemos dicho antes, quizás Valerii nunca llegara a las cotas de grandeza como llegó con El Día de la Ira pero puede estar satisfecho de esta obra, uno de los productos más dignos de un año en el que no escaseaban los buenos spaghettis. Altamente recomendable y reivindicable.

jueves, 8 de agosto de 2013

LE LLAMABAN KING



Le Chiavamano King / His Name Was King (1971)

Director: Giancarlo Romatelli

Intérpretes: Richard Harrison, Klaus Kinski, Anne Puskin, Federico Boido, Marco Zuanelli

La razón por la que he decidido rescatar este spaghetti del 71 se debe a su tema musical, que constitiuye una de las escasas virtudes del filme y que llevo metida en la cabeza desde hace unos días. Lástima que no haya mucho que decir de esta película, que tiene mucho de oportunidad perdida,  casi más que de horror, pues tampoco sería justo meter esta película en el saco de las miles de películas horrendas que se han hecho dentro del género.

En esta ocasión, encontramos al guaperas Richard Harrison en el papel de John Marley al que, como pueden adivinar, "le llamaban King"; un cazarrecompensas dispuesto a darles caza a una banda de ladrones de armas que han asesinado a su hermano y ultrajado a la señora de este último. Un comienzo que si bien serviría para construir una película decente pero que aquí se va perdiendo a pesar de su escasa duración (poco menos de 75 minutos) por culpa de una acción mal rodada y eternas y soporíferas cabalgadas sobre llanuras y montañas, tanto que estoy seguro que conforman el grueso de la película, con lo justo de tiroteos y diálogos más escasos aún; en su lugar, cabalgadas y más cabalgadas ad nauseam.

También es cierto que no soy fan de Richard Harrison, que si bien hace presencia en películas que me han gustado, echa a perder la planta que tiene como héroe de western por culpa de su cara de palo y languidad interpretativa en la mayoría de sus trabajos. Claro está, aquí tampoco hace una excepción. Del escaso y por lo general flojillo plantel de actores destaca, aunque un poco por los pelos, Klaus Kinski, mas si bien su mera presencia suele ser una garantía, aquí no se prodiga más de diez minutos, poco tiempo para lucirse y si lo hace es casi por defecto. Quizás sea ese el problema que afecta a todos los intérpretes, pues el poco tiempo en escena que le conceden a los actores hace que algunas actuaciones, para bien o para mal, haya que intuirlas más que presenciarlas (como es el caso de la actriz Anne Puskin). Y tras la cámara, el padre de la criatura, un tal Don Reynolds, seudónimo de Giancarlo Romitelli y quien sabe si del guionista Renato Savino, de quien se dice que puede haber sido el director; sea como fuere, la dirección es chapucera y mala heredera de los directores a los que intenta imitar en más de una secuencia. Romitelli nos narra su película con un falsamente prometedor y breve primer acto, un más extenso y casi soporífero segundo acto a base de cabalgadas sin fin y como colofón un tercero que será quien salve la película de la quema total, pues hay que concederle cierto beneplácito por su tramo final, con una acción bastante decente y un duelo que aunque algo socorrido es sin duda lo mejor de la película. Lástima que Romitelli vuelve a las andadas, o mejor dicho, cabalgadas; pues tras una gran secuencia donde el cartel de FINE iría perfecto, ¿adivinan qué? Exacto. Un breve y mudo epílogo de cabalgadas en la llanura.

Donde no creo que habrá discusión es en la banda sonora, como adelantábamos al principio de este artículo. Luis Enrique Bacalov compuso algunas bandas sonoras que cuento entre mis preferidas y aquí no desmerece, es más, se marca un tema principal muy groovie y con voz femenina francamente genial y que incluso ha sido reutilizado hasta en videojuegos recientes, por no mencionar la no menos reciente y oscarizada Django Desencadenado, de Tarantino.

Así pues, tenemos al final una película floja y que defrauda bastante pero aún así merece la pena pararse a ver ese último tercio, aunque sea haciendo un furtivo flash-forward.


sábado, 3 de agosto de 2013

JOE EL IMPLACABLE



Navajo Joe (1966)

Director: Sergio Corbucci

Intérpretes: Burt Reynolds, Aldo Sambrell, Nicoletta Machiavelli, Fernando Rey


Interesante película la de esta semana, una producción de Dino De Laurentiis con Sergio Corbucci a los mandos y con más de un rostro reconocible, bien por el cine y la televisión de nuestro país (Álvaro de Luna y Fernando Rey, por citar algunos), bien por su presencia en multitud de spaghettis (Aldo Sambrell) o incluso por su proyección internacional, siendo este el caso de un joven y apenas conocido Burt Reynolds desprovisto de su famoso bigote en el papel principal. No obstante, su rasgo más distintivo dentro del género no es solo la presencia de personajes indios, nada abundantes en el western europeo, sino que en concreto uno de ellos es el héroe y protagonista, es decir, el Joe del título.

No es fácil de imaginar por donde van a ir los tiros, y hay muchos, en la sencillísima trama: el grupo de cazadores de cabelleras liderado por Duncan acaba con el poblado de Joe y este les seguirá en una búsqueda de venganza que le conduce a hacer un trato con el pueblo de Esperanza, donde también han tenido y tendrán sus contratiempos con la banda de villanos. Efectivamente, sobresaliendo por encima de esta simple trama tenemos un hilo conductor formado por una violencia inusitada y bastante más explícita de lo habitual además de muchos, muchos tiros, con el sadismo de Duncan a un lado y la sanguinaria venganza de Joe en el otro extremo. Aquí es donde tenemos que hacer hincapié en la labor de Sergio Corbucci, uno de los grandes nombres del spaghetti western y con numerosos méritos y que en esta ocasión sabe darle a la película ese ritmo endiablado y acelerado amén de saber explotar unos magníficos escenarios naturales (todo localizaciones españolas) y un levemente diluido pero siempre presente mensaje antirracista que si bien tiene algunos diálogos (y ciertamente tiene pocos) que se me antojan algo pueriles, otros son algo más que decentes. Tampoco voy a obviar el magnífico tramo final, epílogo incluido, que me parece un trabajo soberbio por parte de Corbucci.

Y luego, claro está, esa apuesta sobre seguro que es contar con la música de Ennio Morricone, una vez más en estado de gracia y resaltando como nadie los mejores momentos de la película. En este caso las alabanzas hacia Morricone no son para nada gratuitas, con dos magníficos temas como son el ominoso Silhouetto of Doom y el tema principal, ambos hoy en día todavía bastante populares por su reutilización por parte de Quentin Tarantino en Kill Bill.

Las interpretaciones no están nada mal, pues al principio cuesta ver a Reynolds con esa guisa y en ese tipo de papeles (parece ser que Corbucci quería a Marlon Brando para el papel, pero ya sabemos que nada es fácil con el señor Brando por medio), pues parece algo torpón al principio y que no se lo termina de creer (a día de hoy dice que prefiere olvidar que alguna vez hizo esta película, un poco exagerado Burt) pero que acaba cumpliendo, aunque la palma se la lleva un tremendo Aldo Sambrell en una de sus mejores interpretaciones, en uno de esos casos en los que la profesionalidad y ser perro viejo imperan sobre el divismo. Al resto de secundarios tampoco les da tiempo de lucirse, apareciendo como meras comparsas, a excepción posiblemente de Pierre Cressoy como el mezquino y traicionero médico o la bella Nicoletta Machiavelli como criada india.

Tras haberle dado un nuevo visionado y sin ser mi preferida de Corbucci, sí que es una de las obras más dignas de su filmografía, aunque solo sea por disfrutar y divertirse con una historia de acción y venganza india libre de trascendentalismo y más lecturas. Y con eso y con todo, es una gran película y, por qué no, de lo mejorcito del género.

miércoles, 24 de julio de 2013

POR UN PUÑADO DE DÓLARES



Per un Pugno di Dollari / A Fistful of Dollars (1964)

Director: Sergio Leone

Intérpretes: Clint Eastwood, Gian Maria Volontè, Marianna Koch, Pepe Calvo.


Evidentemente, no iba a tardar mucho en hablar de Por un puñado de dólares, el auténtico primer spaghetti de la historia y pese a que algunos consideran que la nomenclatura spaghetti western tiene cierto deje despectivo, para mi es todo lo contrario, es toda una seña de identidad de un género popularmente considerado "menor" y que con sus aciertos y errores, mejores y peores películas ha sabido crear un espíritu, estética y ritmo que tiene su primera piedra en este tremendo film de Sergio Leone. Y recalco spaghetti western por no confundir con algo más amplio como el western europeo, que ya existía e incluso lo hemos visto aquí. Dicho esto, Por un puñado de dólares no solo se erige como creadora/fundandora de un estilo o una etiqueta sino como una obra maestra de su género, subgénero o lo que ustedes quieran, un servidor sin ir más lejos y nada objetivamente tiene a esta y las restantes piezas de la llamada Trilogía del Dólar en un pedestal, más en términos absolutos que relativos. Ahí queda eso.

Para bien o para mal, vamos a empezar obviando la consabida historia del descarado plagio de Yojimbo de Akira Kurosawa, a su vez basada en la novela Cosecha Roja de Dashiell Hammett, y la mayor desvergüenza aún de unos productores (Arrigo Colombo y Giorgio Papi), que se sacaron de la manga una comedia italiana de trama parecida para intenta dársela con queso a un agraviado Kurosawa. La película cautiva desde su comienzo, con un mudo e impasible Clint Eastwood, ese hombre sin nombre al que aquí llaman Joe, entrando en el sórdido pueblo de San Miguel, controlado por los Baxter y los Rojo y que como no podrá ser de otra manera, desembocará en una trama que acertada y sucintamente define el tabernero Silvanito dirigiéndose a Joe: "a un lado los Baxter, al otro los Rojo y en medio tú". Como hemos dicho, una sencilla trama que se resolverá a base de violencia y la astucia del personaje de Eastwood, tan hábil con el revólver como ácido e ingenioso en sus comentarios y tretas.

La historia, sin duda, funciona; pero lo que lo convierte en una película tan grande son varios y diversos factores, empezando por la genial dirección de Leone, estrenándose en el western con el anglosajón seudónimo de Bob Robertson. Sus marcas de la casa ya aparecen aquí: la teatralidad de la violencia, los dramáticos primeros planos, los tensos sonidos de ambiente...todo en un technicolor que le sienta maravillosamente, donde brilla el blanco de las casas, el rojo de la sangre y el sudor de los rostros de los personajes. No olvidemos tampoco el acierto de Leone al fichar al gran Ennio Morricone (Don Savio en esta ocasión) para componer su banda sonora y conformando uno de los mejores equipos de director-compositor de la historia del cine. Una buena partitura de Morricone ya te hace media película, y en este caso es impresionante cómo la música narra, tanto en su excelente tema principal como en mi preferido, ese tema de duelo con melodía de corneta al estilo de Dimitri Tiomkin.

Y por supuesto, luego están las actuaciones. Aunque la sombra de un Clint Eastwood empezando su carrera cinematográfica sea larga, ni una sola de las restantes actuaciones desmerece, con un elenco reducido pero de nivel. Precisamente por ello, destaca sobremanera otra gran figura del emergente spaghetti western, el genial Gian Maria Volontè (aka John Wells) como despiadado antagonista, el cruel y bastardo Ramón Rojo (y debo hacer mención también del resto de la familia Rojo, con unos Sieghardt Rupp y Antonio Prieto con cara de pendencieros y que realmente llenan el papel). Es la conjunción de todos estos elementos lo que da lugar a secuencias magníficas como la primera vez que vemos desenfundar a Joe, la presentación de Ramón, el macabro asedio a los Baxter y el magistral duelo final. Incluso veremos que Joe tiene algo de corazón e incluso lealtad hacia la que quizás sea la familia más auténtica (y desgraciada) de San Miguel.

Rodada entre Madrid y Almería con un presupuesto irrisorio (un puñado de dólares) en el que cada inversión era una apuesta, con un éxito que sacudió al género y que ni siquiera dejó a América indiferente (la MGM dirigió un penoso y sonrojante prólogo con un joven Harry Dean Stanton a base de remontaje de escenas y dobles para convertir a Joe en agente de la ley con la intención de darle un fin moralizante a la película), Por un puñado de dólares fue el disparo al corazón sobre el que discuten Joe y Ramón y que esquivando la crítica snob supo llegar al público e iniciar esta nueva dirección en el western europeo e incluso trascendiendo sus fronteras, y gente como Walter Hill lo sabe bien. Por ello y más, siempre será una obra maestra e imperecedera, como el mismo Clint ataviado de poncho y sombrero, mascando su cigarro con gesto de repugnancia.

Al cuore, Ramón, al cuore...

martes, 16 de julio de 2013

EL SABOR DE LA VENGANZA



I Tre Spietati / Gunfight at High Noon (1963)

Director: Joaquín Luis Romero Marchent

Intérpretes: Richard Harrison, Robert Hundar, Miguel Palenzuela, Fernando Sancho, Gloria Milland

Segunda entrada del blog y tal y como reza el título, volvemos con las historias de venganza. En esta ocasión en un título realmente especial, pues Romero Marchent escribió algunos de los mejores, si no directamente los mejores westerns pre-Leone, y entre ellos la película que nos ocupa hoy, todo un ejercicio de western clásico con un presupuesto ajustadísimo. A tenor del resultado, es justo deshacerse en elogios hacia Marchent, pues todas las carencias que tiene la película se ven suplidas por su talento y buen hacer tanto técnico como narrativo a la hora de plantear un western que crea una suerte de avanzadilla del western europeo que se avecinaría. Y es que quizás Marchent sea uno de los padres de la criatura de forma un tanto involuntaria (según las entrevistas que he podido leer, no sentía mucho aprecio por las películas de Leone y demás), pues para empezar el presupuesto no permite ni un cartel con grandes nombres ni rodar en Monument Valley, sino que se tendrán que apañar con actores más desconocidos y los estudios por entonces jóvenes de la madrileña Dehesa de Navalvillar. Es sin duda ese escenario tan particular y característico, junto con las limitaciones presupuestarias y, por qué no, cierto carácter europeo y mediterráneo lo que convierte a El Sabor de la Venganza en una suerte de proto-spaghetti (dicho sin connotaciones negativas) y una pionera en el western europeo.

Como decíamos, el motor de la película vuelve a ser la venganza, una venganza casi de tragedia griega e incluso shakespearana, pues forma un círculo casi perfecto desde su inicio hasta el final, envolviendo a todos los personajes a los que alcanza. Así, la película arranca con la irrupción de unos cuatreros en el rancho de los Walker dejando como resultado a una viuda desconsolada que llorando ante la tumba de su marido, insta a sus hijos a que recuerden lo que ocurrió ese día cuando se encuentren a los asesinos de su padre. A medida que van creciendo, veremos como se forja el carácter de cada uno y de qué manera piensan afrontar su venganza; Chris es ahora un tipo impulsivo, violento y de gatillo fácil que cuenta los días para encontrarse con los asesinos de su padre, Brad prefiere llevar una vida tranquila y trabajadora como la de su padre y Jeff es un firme defensor de la ley y la justicia que quiere ser marshall para llevar a juicio a los criminales. Así llegaremos a la edad adulta de los personajes, en la que surgirán encuentros, desencuentros y una serie de conflictos de intereses, a veces motivados por la aparición de nuevos personajes que dará lugar a un clímax tremendo en su final.

Si Marchent es el príncipal artífice de la calidad de la película, el casting ciertamente no desmerece, aunque sea quizás Richard Harrison, el galán protagonista de cara de palo, el punto más flojo en su papel de Jeff; mucho mejores en sus respectivos roles están Robert Hundar (Claudio Undari) como el iracundo Chris, con un ceño fruncido que llega a acojonar, y el sensacional y entrañable Fernando Sancho como el cocinero mexicano Pedro, alivio cómico de la película y figura casi paternal para los Walker, acompañados también por una guapísima Gloria Milland (Maria Fié), a la que caracterizan como buenamente pueden para que aparente unos veinte años más. Y, cómo no, tampoco podemos olvidarnos del plantel de secundarios habituales del género como Luis Induni o Aldo Sambrell.

Frente la amoralidad y el nihilismo que suelen ser típicos en obras posteriores, resulta curioso ver aquí como parece glorificarse de una manera un tanto moralizante la no violencia y la fe en la justicia, que aquí aparece como algo atractivo y casi "cool", como podemos ver en los niños que quieren ser ayudantes del sheriff cuando sean mayores. Y la verdad es que la película está tan bien narrada que estos conceptos de ley y orden funcionan tan bien que se convierte en leit-motiv de personajes como Jeff, vaya una lástima que Harrison sea tan hierático a la hora de interpretar a este, aunque quizás también le podían haber dado más cancha al personaje. Aún así, Marchent resuelve bien y hace que la película sea algo enormemente disfrutable (una de mis escenas preferidas, sin duda, ese paso del tiempo a través del ramo de flores marchitándose sobre la tumba. Detalle muy de "artista" pero nada pretencioso). Sí me chirría un poco más la banda sonora de Riz Ortolani, que si bien ha compuesto un buen número de partituras para westerns y muchas de calidad, aquí no me termina de convencer, quizás demasiado alegre para la historia que nos ocupa.

Sin duda, Marchent es una de las figuras de nuestro cine a tener en cuenta, por hacer productos de calidad dentro de un género que Europa iría apropiándose gracias a pioneros como él. No importa ese aroma a western clásico y convencional, pues el germen está ahí y en otras obras, en su mayoría más que decentes, a las que también le dedicaremos unas líneas en su momento. A día de hoy es difícil dar con esta película, por lo que no dejen pasar, si pueden, esta pequeña joya pre-Leone.


jueves, 11 de julio de 2013

DE HOMBRE A HOMBRE



Da Uomo a Uomo / Death Rides a Horse (1967)

Director: Giuliano Petroni

Intérpretes: Lee Van Cleef, John Phillip Law, Anthony Dawson, Luigi Pistilli, Mario Brega.

15 años después de haber presenciado el cruel asesinato de su familia, Bill se siente preparado para llevar a cabo su venganza sobre los responsables de la matanza, labor que va a contar con la casi siempre involuntaria tutorización y vigilancia de Ryan, un pistolero veterano y algo misterioso que acaba de salir de prisión y que también tiene cuentas que saldar con la misma banda de forajidos.

Un planteamiento inicial canónico donde los haya, y es que De Hombre a Hombre es todo un spaghetti western de manual, con temas tan recurrentes y habituales como la clásica historia de venganza o la relación maestro-discípulo entre protagonistas, como la que se da entre Ryan y Bill. Con esto, Petroni construye uno de los mejores títulos del género y más que presumiblemente el mejor de su carrera. Por supuesto, no todo es mérito de Petroni, quizás algo más limitado que otros de sus colegas y que en algunas ocasiones muestra un montaje que me resulta algo apresurado, restándole quizás algo de épica y dramatismo, así mismo, tampoco le tiembla el pulso a la hora de "plagiar" una gran escena del Río Bravo de Hawks. Peccata minuta, claro, que ya sabemos que en el mundo del spaghetti, las fronteras de los plagios son algo borrosas. Aún así, hay que quitarse el sombrero ante Petroni por escenas como el magnífico prólogo y el acto final en el poblado mexicano de El Viento o esos flashbacks fusionados con primeros planos de Bill cada vez que identifica a alguno de los asesinos (de la misma manera que luego utilizaría Tarantino en Kill Bill).

No obstante, quizás lo que más destaque de la película son sus actuaciones: John Phillip Law, con sus eternos aires de galán y su presencia hace muy buen papel como el impulsivo Bill, una pena que no se hubiera prodigado más en el mundo del western; pero por encima de todo, el enorme y soberbio Lee Van Cleef, uno de los nombres más grandes del género e indisolublemente asociados a este y que en esta ocasión retoma parte de su personaje en El Día de la Ira (Tonino Valerii, 1967) y algo del clásico coronel Mortimer para dar vida a Ryan. La difícil relación que establece con Bill mientras prosigue su senda de venganza es uno de los mejores puntos de la película ("Quisiera tener un hijo como tú. Al fin y al cabo, alguien me pegará un disparo por la espalda y no tendré a nadie para vengarme."). Por supuesto, no nos podemos olvidar del resto del reparto, con destacadas interpretaciones de rostros conocidos como Anthony Dawson (Crimen Perfecto) y otro habitual como el italiano Luigi Pistilli en su papel de forajidos ahora reciclados como miembros "respetables" de la sociedad e incluso con cargos políticos.

Mientras tanto, a lo largo de todo el metraje, una magnífica partitura de Ennio Morricone conforma otro de los grandes aciertos de la película, con un tema que parece pensado para el título inglés de la película, Death Rides a Horse (en mi opinión, bastante mejor que el original), pues parece una suerte de ominosa marcha india que preceda al mismo jinete de la muerte.

Aunque Petroni dirigiría algunos westerns bastante decentes en el futuro, me atrevo a decir que De Hombre a Hombre es, con diferencia, la mejor obra de su carrera. El guión sencillo e incluso predecible le permite realizar con éxito un auténtico spaghetti western modélico además de ser todo un regalo para los fans de Lee Van Cleef. En definitiva, un clásico.