Blog dedicado al western europeo. Cada semana una película.

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miércoles, 24 de julio de 2013

POR UN PUÑADO DE DÓLARES



Per un Pugno di Dollari / A Fistful of Dollars (1964)

Director: Sergio Leone

Intérpretes: Clint Eastwood, Gian Maria Volontè, Marianna Koch, Pepe Calvo.


Evidentemente, no iba a tardar mucho en hablar de Por un puñado de dólares, el auténtico primer spaghetti de la historia y pese a que algunos consideran que la nomenclatura spaghetti western tiene cierto deje despectivo, para mi es todo lo contrario, es toda una seña de identidad de un género popularmente considerado "menor" y que con sus aciertos y errores, mejores y peores películas ha sabido crear un espíritu, estética y ritmo que tiene su primera piedra en este tremendo film de Sergio Leone. Y recalco spaghetti western por no confundir con algo más amplio como el western europeo, que ya existía e incluso lo hemos visto aquí. Dicho esto, Por un puñado de dólares no solo se erige como creadora/fundandora de un estilo o una etiqueta sino como una obra maestra de su género, subgénero o lo que ustedes quieran, un servidor sin ir más lejos y nada objetivamente tiene a esta y las restantes piezas de la llamada Trilogía del Dólar en un pedestal, más en términos absolutos que relativos. Ahí queda eso.

Para bien o para mal, vamos a empezar obviando la consabida historia del descarado plagio de Yojimbo de Akira Kurosawa, a su vez basada en la novela Cosecha Roja de Dashiell Hammett, y la mayor desvergüenza aún de unos productores (Arrigo Colombo y Giorgio Papi), que se sacaron de la manga una comedia italiana de trama parecida para intenta dársela con queso a un agraviado Kurosawa. La película cautiva desde su comienzo, con un mudo e impasible Clint Eastwood, ese hombre sin nombre al que aquí llaman Joe, entrando en el sórdido pueblo de San Miguel, controlado por los Baxter y los Rojo y que como no podrá ser de otra manera, desembocará en una trama que acertada y sucintamente define el tabernero Silvanito dirigiéndose a Joe: "a un lado los Baxter, al otro los Rojo y en medio tú". Como hemos dicho, una sencilla trama que se resolverá a base de violencia y la astucia del personaje de Eastwood, tan hábil con el revólver como ácido e ingenioso en sus comentarios y tretas.

La historia, sin duda, funciona; pero lo que lo convierte en una película tan grande son varios y diversos factores, empezando por la genial dirección de Leone, estrenándose en el western con el anglosajón seudónimo de Bob Robertson. Sus marcas de la casa ya aparecen aquí: la teatralidad de la violencia, los dramáticos primeros planos, los tensos sonidos de ambiente...todo en un technicolor que le sienta maravillosamente, donde brilla el blanco de las casas, el rojo de la sangre y el sudor de los rostros de los personajes. No olvidemos tampoco el acierto de Leone al fichar al gran Ennio Morricone (Don Savio en esta ocasión) para componer su banda sonora y conformando uno de los mejores equipos de director-compositor de la historia del cine. Una buena partitura de Morricone ya te hace media película, y en este caso es impresionante cómo la música narra, tanto en su excelente tema principal como en mi preferido, ese tema de duelo con melodía de corneta al estilo de Dimitri Tiomkin.

Y por supuesto, luego están las actuaciones. Aunque la sombra de un Clint Eastwood empezando su carrera cinematográfica sea larga, ni una sola de las restantes actuaciones desmerece, con un elenco reducido pero de nivel. Precisamente por ello, destaca sobremanera otra gran figura del emergente spaghetti western, el genial Gian Maria Volontè (aka John Wells) como despiadado antagonista, el cruel y bastardo Ramón Rojo (y debo hacer mención también del resto de la familia Rojo, con unos Sieghardt Rupp y Antonio Prieto con cara de pendencieros y que realmente llenan el papel). Es la conjunción de todos estos elementos lo que da lugar a secuencias magníficas como la primera vez que vemos desenfundar a Joe, la presentación de Ramón, el macabro asedio a los Baxter y el magistral duelo final. Incluso veremos que Joe tiene algo de corazón e incluso lealtad hacia la que quizás sea la familia más auténtica (y desgraciada) de San Miguel.

Rodada entre Madrid y Almería con un presupuesto irrisorio (un puñado de dólares) en el que cada inversión era una apuesta, con un éxito que sacudió al género y que ni siquiera dejó a América indiferente (la MGM dirigió un penoso y sonrojante prólogo con un joven Harry Dean Stanton a base de remontaje de escenas y dobles para convertir a Joe en agente de la ley con la intención de darle un fin moralizante a la película), Por un puñado de dólares fue el disparo al corazón sobre el que discuten Joe y Ramón y que esquivando la crítica snob supo llegar al público e iniciar esta nueva dirección en el western europeo e incluso trascendiendo sus fronteras, y gente como Walter Hill lo sabe bien. Por ello y más, siempre será una obra maestra e imperecedera, como el mismo Clint ataviado de poncho y sombrero, mascando su cigarro con gesto de repugnancia.

Al cuore, Ramón, al cuore...

martes, 16 de julio de 2013

EL SABOR DE LA VENGANZA



I Tre Spietati / Gunfight at High Noon (1963)

Director: Joaquín Luis Romero Marchent

Intérpretes: Richard Harrison, Robert Hundar, Miguel Palenzuela, Fernando Sancho, Gloria Milland

Segunda entrada del blog y tal y como reza el título, volvemos con las historias de venganza. En esta ocasión en un título realmente especial, pues Romero Marchent escribió algunos de los mejores, si no directamente los mejores westerns pre-Leone, y entre ellos la película que nos ocupa hoy, todo un ejercicio de western clásico con un presupuesto ajustadísimo. A tenor del resultado, es justo deshacerse en elogios hacia Marchent, pues todas las carencias que tiene la película se ven suplidas por su talento y buen hacer tanto técnico como narrativo a la hora de plantear un western que crea una suerte de avanzadilla del western europeo que se avecinaría. Y es que quizás Marchent sea uno de los padres de la criatura de forma un tanto involuntaria (según las entrevistas que he podido leer, no sentía mucho aprecio por las películas de Leone y demás), pues para empezar el presupuesto no permite ni un cartel con grandes nombres ni rodar en Monument Valley, sino que se tendrán que apañar con actores más desconocidos y los estudios por entonces jóvenes de la madrileña Dehesa de Navalvillar. Es sin duda ese escenario tan particular y característico, junto con las limitaciones presupuestarias y, por qué no, cierto carácter europeo y mediterráneo lo que convierte a El Sabor de la Venganza en una suerte de proto-spaghetti (dicho sin connotaciones negativas) y una pionera en el western europeo.

Como decíamos, el motor de la película vuelve a ser la venganza, una venganza casi de tragedia griega e incluso shakespearana, pues forma un círculo casi perfecto desde su inicio hasta el final, envolviendo a todos los personajes a los que alcanza. Así, la película arranca con la irrupción de unos cuatreros en el rancho de los Walker dejando como resultado a una viuda desconsolada que llorando ante la tumba de su marido, insta a sus hijos a que recuerden lo que ocurrió ese día cuando se encuentren a los asesinos de su padre. A medida que van creciendo, veremos como se forja el carácter de cada uno y de qué manera piensan afrontar su venganza; Chris es ahora un tipo impulsivo, violento y de gatillo fácil que cuenta los días para encontrarse con los asesinos de su padre, Brad prefiere llevar una vida tranquila y trabajadora como la de su padre y Jeff es un firme defensor de la ley y la justicia que quiere ser marshall para llevar a juicio a los criminales. Así llegaremos a la edad adulta de los personajes, en la que surgirán encuentros, desencuentros y una serie de conflictos de intereses, a veces motivados por la aparición de nuevos personajes que dará lugar a un clímax tremendo en su final.

Si Marchent es el príncipal artífice de la calidad de la película, el casting ciertamente no desmerece, aunque sea quizás Richard Harrison, el galán protagonista de cara de palo, el punto más flojo en su papel de Jeff; mucho mejores en sus respectivos roles están Robert Hundar (Claudio Undari) como el iracundo Chris, con un ceño fruncido que llega a acojonar, y el sensacional y entrañable Fernando Sancho como el cocinero mexicano Pedro, alivio cómico de la película y figura casi paternal para los Walker, acompañados también por una guapísima Gloria Milland (Maria Fié), a la que caracterizan como buenamente pueden para que aparente unos veinte años más. Y, cómo no, tampoco podemos olvidarnos del plantel de secundarios habituales del género como Luis Induni o Aldo Sambrell.

Frente la amoralidad y el nihilismo que suelen ser típicos en obras posteriores, resulta curioso ver aquí como parece glorificarse de una manera un tanto moralizante la no violencia y la fe en la justicia, que aquí aparece como algo atractivo y casi "cool", como podemos ver en los niños que quieren ser ayudantes del sheriff cuando sean mayores. Y la verdad es que la película está tan bien narrada que estos conceptos de ley y orden funcionan tan bien que se convierte en leit-motiv de personajes como Jeff, vaya una lástima que Harrison sea tan hierático a la hora de interpretar a este, aunque quizás también le podían haber dado más cancha al personaje. Aún así, Marchent resuelve bien y hace que la película sea algo enormemente disfrutable (una de mis escenas preferidas, sin duda, ese paso del tiempo a través del ramo de flores marchitándose sobre la tumba. Detalle muy de "artista" pero nada pretencioso). Sí me chirría un poco más la banda sonora de Riz Ortolani, que si bien ha compuesto un buen número de partituras para westerns y muchas de calidad, aquí no me termina de convencer, quizás demasiado alegre para la historia que nos ocupa.

Sin duda, Marchent es una de las figuras de nuestro cine a tener en cuenta, por hacer productos de calidad dentro de un género que Europa iría apropiándose gracias a pioneros como él. No importa ese aroma a western clásico y convencional, pues el germen está ahí y en otras obras, en su mayoría más que decentes, a las que también le dedicaremos unas líneas en su momento. A día de hoy es difícil dar con esta película, por lo que no dejen pasar, si pueden, esta pequeña joya pre-Leone.


jueves, 11 de julio de 2013

DE HOMBRE A HOMBRE



Da Uomo a Uomo / Death Rides a Horse (1967)

Director: Giuliano Petroni

Intérpretes: Lee Van Cleef, John Phillip Law, Anthony Dawson, Luigi Pistilli, Mario Brega.

15 años después de haber presenciado el cruel asesinato de su familia, Bill se siente preparado para llevar a cabo su venganza sobre los responsables de la matanza, labor que va a contar con la casi siempre involuntaria tutorización y vigilancia de Ryan, un pistolero veterano y algo misterioso que acaba de salir de prisión y que también tiene cuentas que saldar con la misma banda de forajidos.

Un planteamiento inicial canónico donde los haya, y es que De Hombre a Hombre es todo un spaghetti western de manual, con temas tan recurrentes y habituales como la clásica historia de venganza o la relación maestro-discípulo entre protagonistas, como la que se da entre Ryan y Bill. Con esto, Petroni construye uno de los mejores títulos del género y más que presumiblemente el mejor de su carrera. Por supuesto, no todo es mérito de Petroni, quizás algo más limitado que otros de sus colegas y que en algunas ocasiones muestra un montaje que me resulta algo apresurado, restándole quizás algo de épica y dramatismo, así mismo, tampoco le tiembla el pulso a la hora de "plagiar" una gran escena del Río Bravo de Hawks. Peccata minuta, claro, que ya sabemos que en el mundo del spaghetti, las fronteras de los plagios son algo borrosas. Aún así, hay que quitarse el sombrero ante Petroni por escenas como el magnífico prólogo y el acto final en el poblado mexicano de El Viento o esos flashbacks fusionados con primeros planos de Bill cada vez que identifica a alguno de los asesinos (de la misma manera que luego utilizaría Tarantino en Kill Bill).

No obstante, quizás lo que más destaque de la película son sus actuaciones: John Phillip Law, con sus eternos aires de galán y su presencia hace muy buen papel como el impulsivo Bill, una pena que no se hubiera prodigado más en el mundo del western; pero por encima de todo, el enorme y soberbio Lee Van Cleef, uno de los nombres más grandes del género e indisolublemente asociados a este y que en esta ocasión retoma parte de su personaje en El Día de la Ira (Tonino Valerii, 1967) y algo del clásico coronel Mortimer para dar vida a Ryan. La difícil relación que establece con Bill mientras prosigue su senda de venganza es uno de los mejores puntos de la película ("Quisiera tener un hijo como tú. Al fin y al cabo, alguien me pegará un disparo por la espalda y no tendré a nadie para vengarme."). Por supuesto, no nos podemos olvidar del resto del reparto, con destacadas interpretaciones de rostros conocidos como Anthony Dawson (Crimen Perfecto) y otro habitual como el italiano Luigi Pistilli en su papel de forajidos ahora reciclados como miembros "respetables" de la sociedad e incluso con cargos políticos.

Mientras tanto, a lo largo de todo el metraje, una magnífica partitura de Ennio Morricone conforma otro de los grandes aciertos de la película, con un tema que parece pensado para el título inglés de la película, Death Rides a Horse (en mi opinión, bastante mejor que el original), pues parece una suerte de ominosa marcha india que preceda al mismo jinete de la muerte.

Aunque Petroni dirigiría algunos westerns bastante decentes en el futuro, me atrevo a decir que De Hombre a Hombre es, con diferencia, la mejor obra de su carrera. El guión sencillo e incluso predecible le permite realizar con éxito un auténtico spaghetti western modélico además de ser todo un regalo para los fans de Lee Van Cleef. En definitiva, un clásico.