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martes, 16 de julio de 2013

EL SABOR DE LA VENGANZA



I Tre Spietati / Gunfight at High Noon (1963)

Director: Joaquín Luis Romero Marchent

Intérpretes: Richard Harrison, Robert Hundar, Miguel Palenzuela, Fernando Sancho, Gloria Milland

Segunda entrada del blog y tal y como reza el título, volvemos con las historias de venganza. En esta ocasión en un título realmente especial, pues Romero Marchent escribió algunos de los mejores, si no directamente los mejores westerns pre-Leone, y entre ellos la película que nos ocupa hoy, todo un ejercicio de western clásico con un presupuesto ajustadísimo. A tenor del resultado, es justo deshacerse en elogios hacia Marchent, pues todas las carencias que tiene la película se ven suplidas por su talento y buen hacer tanto técnico como narrativo a la hora de plantear un western que crea una suerte de avanzadilla del western europeo que se avecinaría. Y es que quizás Marchent sea uno de los padres de la criatura de forma un tanto involuntaria (según las entrevistas que he podido leer, no sentía mucho aprecio por las películas de Leone y demás), pues para empezar el presupuesto no permite ni un cartel con grandes nombres ni rodar en Monument Valley, sino que se tendrán que apañar con actores más desconocidos y los estudios por entonces jóvenes de la madrileña Dehesa de Navalvillar. Es sin duda ese escenario tan particular y característico, junto con las limitaciones presupuestarias y, por qué no, cierto carácter europeo y mediterráneo lo que convierte a El Sabor de la Venganza en una suerte de proto-spaghetti (dicho sin connotaciones negativas) y una pionera en el western europeo.

Como decíamos, el motor de la película vuelve a ser la venganza, una venganza casi de tragedia griega e incluso shakespearana, pues forma un círculo casi perfecto desde su inicio hasta el final, envolviendo a todos los personajes a los que alcanza. Así, la película arranca con la irrupción de unos cuatreros en el rancho de los Walker dejando como resultado a una viuda desconsolada que llorando ante la tumba de su marido, insta a sus hijos a que recuerden lo que ocurrió ese día cuando se encuentren a los asesinos de su padre. A medida que van creciendo, veremos como se forja el carácter de cada uno y de qué manera piensan afrontar su venganza; Chris es ahora un tipo impulsivo, violento y de gatillo fácil que cuenta los días para encontrarse con los asesinos de su padre, Brad prefiere llevar una vida tranquila y trabajadora como la de su padre y Jeff es un firme defensor de la ley y la justicia que quiere ser marshall para llevar a juicio a los criminales. Así llegaremos a la edad adulta de los personajes, en la que surgirán encuentros, desencuentros y una serie de conflictos de intereses, a veces motivados por la aparición de nuevos personajes que dará lugar a un clímax tremendo en su final.

Si Marchent es el príncipal artífice de la calidad de la película, el casting ciertamente no desmerece, aunque sea quizás Richard Harrison, el galán protagonista de cara de palo, el punto más flojo en su papel de Jeff; mucho mejores en sus respectivos roles están Robert Hundar (Claudio Undari) como el iracundo Chris, con un ceño fruncido que llega a acojonar, y el sensacional y entrañable Fernando Sancho como el cocinero mexicano Pedro, alivio cómico de la película y figura casi paternal para los Walker, acompañados también por una guapísima Gloria Milland (Maria Fié), a la que caracterizan como buenamente pueden para que aparente unos veinte años más. Y, cómo no, tampoco podemos olvidarnos del plantel de secundarios habituales del género como Luis Induni o Aldo Sambrell.

Frente la amoralidad y el nihilismo que suelen ser típicos en obras posteriores, resulta curioso ver aquí como parece glorificarse de una manera un tanto moralizante la no violencia y la fe en la justicia, que aquí aparece como algo atractivo y casi "cool", como podemos ver en los niños que quieren ser ayudantes del sheriff cuando sean mayores. Y la verdad es que la película está tan bien narrada que estos conceptos de ley y orden funcionan tan bien que se convierte en leit-motiv de personajes como Jeff, vaya una lástima que Harrison sea tan hierático a la hora de interpretar a este, aunque quizás también le podían haber dado más cancha al personaje. Aún así, Marchent resuelve bien y hace que la película sea algo enormemente disfrutable (una de mis escenas preferidas, sin duda, ese paso del tiempo a través del ramo de flores marchitándose sobre la tumba. Detalle muy de "artista" pero nada pretencioso). Sí me chirría un poco más la banda sonora de Riz Ortolani, que si bien ha compuesto un buen número de partituras para westerns y muchas de calidad, aquí no me termina de convencer, quizás demasiado alegre para la historia que nos ocupa.

Sin duda, Marchent es una de las figuras de nuestro cine a tener en cuenta, por hacer productos de calidad dentro de un género que Europa iría apropiándose gracias a pioneros como él. No importa ese aroma a western clásico y convencional, pues el germen está ahí y en otras obras, en su mayoría más que decentes, a las que también le dedicaremos unas líneas en su momento. A día de hoy es difícil dar con esta película, por lo que no dejen pasar, si pueden, esta pequeña joya pre-Leone.


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