Blog dedicado al western europeo. Cada semana una película.

Bienvenidos, gringos.

jueves, 29 de agosto de 2013

EL HALCÓN Y LA PRESA



The Big Gundown / La Resa dei Conti (1967)

Director: Sergio Sollima

Intérpretes: Lee Van Cleef, Tomás Milián, Walter Barnes, Nieves Navarro, Fernando Sancho


Sergio Sollima, como tantos otros directores paisanos de su generación, ya se había curtido a base de peplums y otro tipo de productos, pero no se si alguien habría imaginado que su debut en los spaghettis iba a dar como resultado una de las mejores películas del género, afirmación compartida por la gran mayoría de aficionados e incluso de la crítica y que yo también suscribo. Una verdadera maravilla en todos sus sentidos.

Lee Van Cleef, enorme como en todas sus grandes películas y en su papel de Lee Van Cleef "bueno", seguro que jamás se ha enfrentado a un antagonista como Cuchillo, un picaresco y astuto mexicano magníficamente interpretado por el cubano Tomás Milián al que se le acusa de un atroz crimen y que burla de mil y una maneras al ex-cazarrecompensas reciclado en político (a desgana) al que da vida Van Cleef. Una caza humana que además de revelarnos, como ya nos esperamos, de que nada es lo que parece, nos conduce a través de toda una suerte de personajes a cada cual más pintoresco, ya sea una comunidad de mormones, la hacienda de una rica viuda un tanto ninfómana (guapísima Nieves Navarro) e incluso un estrambótico y un tanto caricaturesco oficial alemán, con monóculo y capa, que arde en deseos de batirse en duelo con un yanki. Y nosotros de verlo.

Un punto importante este, pues las actuaciones están francamente muy, muy logradas, tanto por la sobresaliente dupla protagonista de Lee Van Cleef y Tomás Milián como por la multitud de secundarios, con rostros conocidos del género como Fernando Sancho e incluso extras míticos de nuestro país como Frank Braña y Antonio Molino Rojo. Pero lo mejor de todo es el buen ritmo con el que Sollima trabaja con el excelente guión de Sergio Donati, enganchando al espectador mientras es capaz de ofrecer momentos ligeros, casi tirando a cómicos, con otros momentos que me resultan bastante perturbadores, como es el propio crimen por el que se acusa a Cuchillo y el momento en el que se revela la verdad. Coronando esto, una banda sonora de Morricone que si bien no está tan presente como en otras películas, se alza totalmente cuando llega su momento, en una serie de duelos en su tramo final cuya épica viene acompañada por la genial partitura de Ennio.

Sollima encontró con El Halcón y La Presa y, más concretamente, con el personaje de Cuchillo, una manera de hacer películas que le funcionaría estupendamente, así lo corroboran las posteriores apariciones de Tomás Milián e incluso una secuela (Corre, Cuchillo, corre) que también funcionó bastante bien. Una joya.


lunes, 19 de agosto de 2013

EL DÍA DE LA IRA



Day of Anger / I Giorni dell'ira (1967)

Director: Tonino Valerii

Intérpretes: Giuliano Gemma, Lee Van Cleef, Pepe Calvo, Walter Rilla


Tonino Valerii empezó su carrera como ayudante de Leone en el rodaje de Por un Puñado de Dólares antes de dar el salto a dirigir él mismo sus propias películas dentro del género, algunas con más acierto que otras. Dentro de su producción destaca especialmente este título de hoy, pues me atrevo a calificarla como su mejor película y un grandísimo spaghetti con muchos y buenos elementos de interés que incluyen un guión, dirección y actuaciones de bastante nivel.

El día de la Ira es la historia de un joven llamado Scott ("Scott Mary", como será llamado más adelante), el apocado, simplón y tímido hijo de una prostituta del poblado de Clifton, donde es el objeto de bromas e iras de los "respetables" habitantes, suerte que cambiará a medida que conoce al misterioso y taimado Talby, quien se convertirá en su maestro, algo peculiar, en el uso del revolver y unas cuantas cosas más. Si el recurrente tema de la relación maestro-discípulo ya es un viejo conocido en estas lides, Valerii introduce otro tema tan interesante como el de encontrar hasta dónde se pueden forzar los límites de un hombre hasta convertirlo en alguien peligroso, algo parecido a lo que nos mostraría Sam Peckimpah años más tarde en la sensacional Perros de Paja. Estos dos temas irán hilvanados a lo largo de esta película sobresalientemente permitiéndonos presenciar al mismo tiempo el período de aprendizaje de Scott y su propia liberación; para el recuerdo, este diálogo entre Talby y el médico de Clifton:

-...antes no era así, tiene los ojos de un lobo rabioso.
- Él siempre ha sido un lobo desde que nació. Ustedes lo han vuelto rabioso.

Cómo no, para darle solidez a esta película hace falta una buena pareja protagonista, y vaya si la tenemos. Giuliano Gemma, el Ringo de antaño (Una Pistola para Ringo, etc.), es el desgraciado Scott Mary, quien no abandona algunos de sus rasgos y expresiones bovinas de su anterior personaje pero que sabe interpretar a su personaje a la perfección  resultando convincente tanto de miserable y "ceniciento" barrendero como de temible y vengativo pistolero. Quizás las pocas pretensiones de la película o, mejor dicho, su falta de pretenciosidad, ayudan a que destaque la interpretación de Gemma. Aún así, una vez más quien atrae los focos es el gran Lee Van Cleef haciendo otro de sus papeles clásicos, quizás con más matices gracias a su guión, pero que sencillamente lo borda y engrandece el revelador y épico final de la película.

El resto de actuaciones no está mal, con algún que otro rostro conocido y cumpliendo, pero quedan eclipsados dúo protagonista a lo largo de una historia que sabe como desenvolverse salvo quizás en esa bajada de ritmo de la que adolece en su parte previa al acto final y que quizás sea el único punto negativo de la película, que además cuenta con una épica partitura de Riz Ortolani que posiblemente sea de las que más me gusta de este compositor.

Como hemos dicho antes, quizás Valerii nunca llegara a las cotas de grandeza como llegó con El Día de la Ira pero puede estar satisfecho de esta obra, uno de los productos más dignos de un año en el que no escaseaban los buenos spaghettis. Altamente recomendable y reivindicable.

jueves, 8 de agosto de 2013

LE LLAMABAN KING



Le Chiavamano King / His Name Was King (1971)

Director: Giancarlo Romatelli

Intérpretes: Richard Harrison, Klaus Kinski, Anne Puskin, Federico Boido, Marco Zuanelli

La razón por la que he decidido rescatar este spaghetti del 71 se debe a su tema musical, que constitiuye una de las escasas virtudes del filme y que llevo metida en la cabeza desde hace unos días. Lástima que no haya mucho que decir de esta película, que tiene mucho de oportunidad perdida,  casi más que de horror, pues tampoco sería justo meter esta película en el saco de las miles de películas horrendas que se han hecho dentro del género.

En esta ocasión, encontramos al guaperas Richard Harrison en el papel de John Marley al que, como pueden adivinar, "le llamaban King"; un cazarrecompensas dispuesto a darles caza a una banda de ladrones de armas que han asesinado a su hermano y ultrajado a la señora de este último. Un comienzo que si bien serviría para construir una película decente pero que aquí se va perdiendo a pesar de su escasa duración (poco menos de 75 minutos) por culpa de una acción mal rodada y eternas y soporíferas cabalgadas sobre llanuras y montañas, tanto que estoy seguro que conforman el grueso de la película, con lo justo de tiroteos y diálogos más escasos aún; en su lugar, cabalgadas y más cabalgadas ad nauseam.

También es cierto que no soy fan de Richard Harrison, que si bien hace presencia en películas que me han gustado, echa a perder la planta que tiene como héroe de western por culpa de su cara de palo y languidad interpretativa en la mayoría de sus trabajos. Claro está, aquí tampoco hace una excepción. Del escaso y por lo general flojillo plantel de actores destaca, aunque un poco por los pelos, Klaus Kinski, mas si bien su mera presencia suele ser una garantía, aquí no se prodiga más de diez minutos, poco tiempo para lucirse y si lo hace es casi por defecto. Quizás sea ese el problema que afecta a todos los intérpretes, pues el poco tiempo en escena que le conceden a los actores hace que algunas actuaciones, para bien o para mal, haya que intuirlas más que presenciarlas (como es el caso de la actriz Anne Puskin). Y tras la cámara, el padre de la criatura, un tal Don Reynolds, seudónimo de Giancarlo Romitelli y quien sabe si del guionista Renato Savino, de quien se dice que puede haber sido el director; sea como fuere, la dirección es chapucera y mala heredera de los directores a los que intenta imitar en más de una secuencia. Romitelli nos narra su película con un falsamente prometedor y breve primer acto, un más extenso y casi soporífero segundo acto a base de cabalgadas sin fin y como colofón un tercero que será quien salve la película de la quema total, pues hay que concederle cierto beneplácito por su tramo final, con una acción bastante decente y un duelo que aunque algo socorrido es sin duda lo mejor de la película. Lástima que Romitelli vuelve a las andadas, o mejor dicho, cabalgadas; pues tras una gran secuencia donde el cartel de FINE iría perfecto, ¿adivinan qué? Exacto. Un breve y mudo epílogo de cabalgadas en la llanura.

Donde no creo que habrá discusión es en la banda sonora, como adelantábamos al principio de este artículo. Luis Enrique Bacalov compuso algunas bandas sonoras que cuento entre mis preferidas y aquí no desmerece, es más, se marca un tema principal muy groovie y con voz femenina francamente genial y que incluso ha sido reutilizado hasta en videojuegos recientes, por no mencionar la no menos reciente y oscarizada Django Desencadenado, de Tarantino.

Así pues, tenemos al final una película floja y que defrauda bastante pero aún así merece la pena pararse a ver ese último tercio, aunque sea haciendo un furtivo flash-forward.


sábado, 3 de agosto de 2013

JOE EL IMPLACABLE



Navajo Joe (1966)

Director: Sergio Corbucci

Intérpretes: Burt Reynolds, Aldo Sambrell, Nicoletta Machiavelli, Fernando Rey


Interesante película la de esta semana, una producción de Dino De Laurentiis con Sergio Corbucci a los mandos y con más de un rostro reconocible, bien por el cine y la televisión de nuestro país (Álvaro de Luna y Fernando Rey, por citar algunos), bien por su presencia en multitud de spaghettis (Aldo Sambrell) o incluso por su proyección internacional, siendo este el caso de un joven y apenas conocido Burt Reynolds desprovisto de su famoso bigote en el papel principal. No obstante, su rasgo más distintivo dentro del género no es solo la presencia de personajes indios, nada abundantes en el western europeo, sino que en concreto uno de ellos es el héroe y protagonista, es decir, el Joe del título.

No es fácil de imaginar por donde van a ir los tiros, y hay muchos, en la sencillísima trama: el grupo de cazadores de cabelleras liderado por Duncan acaba con el poblado de Joe y este les seguirá en una búsqueda de venganza que le conduce a hacer un trato con el pueblo de Esperanza, donde también han tenido y tendrán sus contratiempos con la banda de villanos. Efectivamente, sobresaliendo por encima de esta simple trama tenemos un hilo conductor formado por una violencia inusitada y bastante más explícita de lo habitual además de muchos, muchos tiros, con el sadismo de Duncan a un lado y la sanguinaria venganza de Joe en el otro extremo. Aquí es donde tenemos que hacer hincapié en la labor de Sergio Corbucci, uno de los grandes nombres del spaghetti western y con numerosos méritos y que en esta ocasión sabe darle a la película ese ritmo endiablado y acelerado amén de saber explotar unos magníficos escenarios naturales (todo localizaciones españolas) y un levemente diluido pero siempre presente mensaje antirracista que si bien tiene algunos diálogos (y ciertamente tiene pocos) que se me antojan algo pueriles, otros son algo más que decentes. Tampoco voy a obviar el magnífico tramo final, epílogo incluido, que me parece un trabajo soberbio por parte de Corbucci.

Y luego, claro está, esa apuesta sobre seguro que es contar con la música de Ennio Morricone, una vez más en estado de gracia y resaltando como nadie los mejores momentos de la película. En este caso las alabanzas hacia Morricone no son para nada gratuitas, con dos magníficos temas como son el ominoso Silhouetto of Doom y el tema principal, ambos hoy en día todavía bastante populares por su reutilización por parte de Quentin Tarantino en Kill Bill.

Las interpretaciones no están nada mal, pues al principio cuesta ver a Reynolds con esa guisa y en ese tipo de papeles (parece ser que Corbucci quería a Marlon Brando para el papel, pero ya sabemos que nada es fácil con el señor Brando por medio), pues parece algo torpón al principio y que no se lo termina de creer (a día de hoy dice que prefiere olvidar que alguna vez hizo esta película, un poco exagerado Burt) pero que acaba cumpliendo, aunque la palma se la lleva un tremendo Aldo Sambrell en una de sus mejores interpretaciones, en uno de esos casos en los que la profesionalidad y ser perro viejo imperan sobre el divismo. Al resto de secundarios tampoco les da tiempo de lucirse, apareciendo como meras comparsas, a excepción posiblemente de Pierre Cressoy como el mezquino y traicionero médico o la bella Nicoletta Machiavelli como criada india.

Tras haberle dado un nuevo visionado y sin ser mi preferida de Corbucci, sí que es una de las obras más dignas de su filmografía, aunque solo sea por disfrutar y divertirse con una historia de acción y venganza india libre de trascendentalismo y más lecturas. Y con eso y con todo, es una gran película y, por qué no, de lo mejorcito del género.