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jueves, 8 de agosto de 2013

LE LLAMABAN KING



Le Chiavamano King / His Name Was King (1971)

Director: Giancarlo Romatelli

Intérpretes: Richard Harrison, Klaus Kinski, Anne Puskin, Federico Boido, Marco Zuanelli

La razón por la que he decidido rescatar este spaghetti del 71 se debe a su tema musical, que constitiuye una de las escasas virtudes del filme y que llevo metida en la cabeza desde hace unos días. Lástima que no haya mucho que decir de esta película, que tiene mucho de oportunidad perdida,  casi más que de horror, pues tampoco sería justo meter esta película en el saco de las miles de películas horrendas que se han hecho dentro del género.

En esta ocasión, encontramos al guaperas Richard Harrison en el papel de John Marley al que, como pueden adivinar, "le llamaban King"; un cazarrecompensas dispuesto a darles caza a una banda de ladrones de armas que han asesinado a su hermano y ultrajado a la señora de este último. Un comienzo que si bien serviría para construir una película decente pero que aquí se va perdiendo a pesar de su escasa duración (poco menos de 75 minutos) por culpa de una acción mal rodada y eternas y soporíferas cabalgadas sobre llanuras y montañas, tanto que estoy seguro que conforman el grueso de la película, con lo justo de tiroteos y diálogos más escasos aún; en su lugar, cabalgadas y más cabalgadas ad nauseam.

También es cierto que no soy fan de Richard Harrison, que si bien hace presencia en películas que me han gustado, echa a perder la planta que tiene como héroe de western por culpa de su cara de palo y languidad interpretativa en la mayoría de sus trabajos. Claro está, aquí tampoco hace una excepción. Del escaso y por lo general flojillo plantel de actores destaca, aunque un poco por los pelos, Klaus Kinski, mas si bien su mera presencia suele ser una garantía, aquí no se prodiga más de diez minutos, poco tiempo para lucirse y si lo hace es casi por defecto. Quizás sea ese el problema que afecta a todos los intérpretes, pues el poco tiempo en escena que le conceden a los actores hace que algunas actuaciones, para bien o para mal, haya que intuirlas más que presenciarlas (como es el caso de la actriz Anne Puskin). Y tras la cámara, el padre de la criatura, un tal Don Reynolds, seudónimo de Giancarlo Romitelli y quien sabe si del guionista Renato Savino, de quien se dice que puede haber sido el director; sea como fuere, la dirección es chapucera y mala heredera de los directores a los que intenta imitar en más de una secuencia. Romitelli nos narra su película con un falsamente prometedor y breve primer acto, un más extenso y casi soporífero segundo acto a base de cabalgadas sin fin y como colofón un tercero que será quien salve la película de la quema total, pues hay que concederle cierto beneplácito por su tramo final, con una acción bastante decente y un duelo que aunque algo socorrido es sin duda lo mejor de la película. Lástima que Romitelli vuelve a las andadas, o mejor dicho, cabalgadas; pues tras una gran secuencia donde el cartel de FINE iría perfecto, ¿adivinan qué? Exacto. Un breve y mudo epílogo de cabalgadas en la llanura.

Donde no creo que habrá discusión es en la banda sonora, como adelantábamos al principio de este artículo. Luis Enrique Bacalov compuso algunas bandas sonoras que cuento entre mis preferidas y aquí no desmerece, es más, se marca un tema principal muy groovie y con voz femenina francamente genial y que incluso ha sido reutilizado hasta en videojuegos recientes, por no mencionar la no menos reciente y oscarizada Django Desencadenado, de Tarantino.

Así pues, tenemos al final una película floja y que defrauda bastante pero aún así merece la pena pararse a ver ese último tercio, aunque sea haciendo un furtivo flash-forward.


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